sábado, 26 de agosto de 2023

TRANVÍA N.º1852 - Edward Lee

 "Ser conciente de que cada una de estas cosas estaba viva hacía que la observación fuera aún más horrible"



Año de edición: 2023
Editorial: Pathosformel 
Título original: Trolley No. 1852
Traducción: Albert Kadmon
Páginas: 168
Puntuación: 4/5🌟

SOBRE LA OBRA

Lovecraft era un gilipollas de manual. No hay medias tintas en su calificación como persona. Si lo tuviésemos entre nosotros seguramente nos provocaría una repulsión parecida a cierto personaje que cree ser la reencarnación de El Cid y Blas de Lezo. Pero también es un caso de manual de que cuando nacemos las habilidades se reparten se hace de forma similar a como se hace en los juegos de rol. Si todos los puntos van a una habilidad concreta para el resto no queda nada y el resultado es alguien con un talento tremendo para algo concreto pero incapacitado para ser un ser social.

Desde esta hipótesis, estos últimos años, tenemos a una serie de autores que reivindican a Lovecraft desde su enorme legado y la grandeza de su obra pero a la vez lo caricaturizan, a la vez que lo redimen, de su inutilidad social. Los ejemplos de Victor LaValle, con el racismo, W. H. Puigmure y Hailey Piper con la homofobia son claros. Autoras y autores que desde su pluma han rendido pleitesía, sin olvidar la crítica, reividicando lo enorme de su legado llevándoselo a los terrenos donde él se encontraba incómodo para llevar al horror cósmico a su segunda etapa: horrorizar a su creador.

Edward Lee no se encuentra en ninguno de los colectivos atacados, pero ha buscado también su resquicio: su repulsa al sexo. Conocida es la actitud de Lovecraft ante las relaciones sexuales: pensaba directamente que era algo abyecto y le repugnaba. Desde esa perspectiva Edward Lee obliga al propio Lovecraft a escribir un relato erótico que era al fin y al cabo era a lo que se rebajó en buena parte de su vida el propio escritor redactando textos con los que no estaba conforme a cambio de pocas monedas en la dudosa Weird Tales.

El resultado del relato que se presenta es desquiciante. Lo primero que quiero destacar es que Edward Lee vuelve a demostrar que no es el escritor patán que algunos creen que acude al caca-culo-pedo-pis para esconder su falta de talento. Justo al contrario. El bueno de Edward es un literato de altísimo nivel que escribe sobre lo que le da la gana. 

En todo momento hay dos voces en la narración. Por un lado la del propio Lovecraft donde asusta la capacidad con la que Lee no solo emula su forma de narrar donde muchos otros patinan si no que encima se mete en su mente con precisión quirúrgica. Por otro lado tenemos otras voces que son más típicas de Lee que son las que van aportando las notas discordantes y que van abofeteando al genio de Providence en cada frase lanzada.

Sinceramente, esto es café para muy cafeteros. Yo lo he disfrutado como gorrino en un charco por mi admiración a Lee y a Lovecraft pero creo que es complicado que encaje entre muchos lectores. El que busque casquería pura y dura las hay pero va a tener que tragar largas parrafadas al estilo barroco de Lovecraft que les va a aburrir. Los que busquen un homenaje a Lovecraft se van a encontrar con los excesos visuales de Lee... En definitiva, está muy claro, si vais contracorriente, que sois la mayor parte de los que leéis esto... os va a encantar.

Por supuesto, advertir que las escenas de sexo explícito y violencia extrema que son marca del bueno de Lee, están presentes.

Añadir que me ha asombrado la capacidad de Albert Kadmon para la traducción donde ha atrapado el espíritu del autor y los añadidos que tanto él como Sergi Orset añaden al volumen hacen que esto sea lectura obligatoria para los estudiosos de Lovecraft y los amantes del splatter.

¿Qué os parece el libro?¿Os llama la atención?

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