"Tom fue el primero en oírlo: el débil tintineo de una melodía desafinada que sonaba en la noche. Durante un rato, se quedó escuchando, tratando de descifrar la melodía, y entonces lo entendió: era Pop Goes The Weasel, solo que no de la forma en que siempre la había escuchado"
SOBRE LA OBRA
1988 Inglaterra, Noche de Halloween. Un grupo de cuatro amigos celebran una fiesta que aún no está tan establecida en su país, pero de la que ellos pretenden disfrutar. Todo se complica cuando oyen la música de una extraña furgoneta de helados ¡en pleno octubre! que hará que uno de ellos no vuelva a su casa esa noche..
October boys se presenta como lo que no es a varios niveles. Lo primero que nos engaña es su envoltorio de novela juvenil, con un acertado homenaje a la serie de novelas Pesadillas de R.L. Stine, que nos pueden parecer demasiado simples desde una perspectiva adulta pero de las que algunos seguimos disfrutando.
En segundo lugar nos engaña presentándose como un homenaje a It cosa que tampoco es (en todo caso además, más a las adaptaciones al cine que a la novela original de King).
A pesar de las 416 páginas, el libro se lee muy rápidamente. En todos los capítulos pasa algo de importancia para la historia y no hay prácticamente nada de relleno, por tanto, una vez que te atrapa la historia es difícil no seguir avanzando página tras página para conocer la historia de Tom y sus amigos.
El arranque de la novela es fulgurante y en poco más de 30 páginas el escritor pone el conflicto principal sobre la mesa. A lo largo de la primera parte disfrutaremos con un homenaje a las mejores películas de terror de los 80 y los 90. Pero al contrario de lo que nos puede hacer pensar tanto por la presentación como por el arranque la narración discurre por terrores más mundanos y más cercanos a la edad adulta (no os voy a contar más, debéis descubrirlo vosotros).
El tratamiento y el mimo con el que Adam Millard crea cada uno de los personajes nos engancha en todo momento y es quizás el fuerte de la parte central por la que irán desfilando varios personajes carismáticos claves en el desarrollo.
La mitología creada alrededor de la figura del heladero también me ha gustado mucho. A veces más cercano a los parámetros a los que se mueve el género en sus coordenadas juveniles, pero Millard juega con esos elementos de forma muy interesante para que sea nuestra mente truculenta la que rellene esos huecos y termine de darle sentido a la obra.
También es reseñable el aporte que el editor y traductor, Roberto Carrasco, le ha dado a la edición española, con numerosos guiños a la cultura local y momentos que te harán sentir cómplice en la narración.
¿Lo habéis leído? ¿Qué os parece?
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